ROOM

Mayo - Junio 2020

La animación y los videojuegos han sido una parte fundamental de mi infancia (y vida “adulta”). Al hacer una instalación, pero virtual, vi la oportunidad de aplicarle uno de los aspectos que más me llaman de estos medios: representar con facilidad cosas que en la “realidad” no podrían hacerse. Por eso me decidí a crear un bosque siguiendo mi estética y a ponerle mi propia banda sonora, con easter eggs a trabajos de ficción que considero importantes para mí.

Con el aburrimiento de la cuarentena, me compré una tarjeta de sonido y un micro. Usando como inspiración lo que aprendimos en el primer trimestre sobre el ambient y los soundscapes, me dediqué a grabar sonidos por mi casa (un ventilador estropeado, hielos en un vaso, mi hermana vapeando…) y a pasarlos por mi pedalera de efectos o editarlos usando Reaper y SuperCollider. También usé la tarjeta de sonido para grabar mi guitarra, que es el instrumento al que más acostumbrada estoy. Intenté ver formas distintas de las que sacar sonido de la guitara (por ejemplo, con una bolsa atada a un ventilador) junto con sonidos más convencionales.

Cada zona del bosque suena distinta. La idea es adentrarse e ir combinando los sonidos al gusto de cada una, o simplemente ir paseando y escuchando. Cuando la persona crea que ha llegado el momento de irse, que busque el “chicle”.

CRÉDITOS

Beatriz